Oigo a travéz de la puerta tu sonrisa.
Es imaginativa, veráz, muy oportuna, tu palabra.
Clama con sed de números infinitos el universo.
Tu alma es bella, puesto que tú eres bella.
Las esculturas moldeadas de barro, de presencia matutina
se desplazan unas a otras por verte cantar.
Itzel, flor blanca, que baña la mañana, que ilustra el sol.
Danos un poco de esa luminosidad de caminos, ya que todos te queremos.
Pues grande eres, grande eres para mi, el silencio no cabe aquí.
Claro que tu sonrisa, tu alegría lo contagia y lo ocupa todo.
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Itzel
lunes, 10 de agosto de 2009
Oigo a travéz de la puerta tu sonrisa.
Es imaginativa, veráz, muy oportuna, tu palabra.
Clama con sed de números infinitos el universo.
Tu alma es bella, puesto que tú eres bella.
Las esculturas moldeadas de barro, de presencia matutina
se desplazan unas a otras por verte cantar.
Itzel, flor blanca, que baña la mañana, que ilustra el sol.
Danos un poco de esa luminosidad de caminos, ya que todos te queremos.
Pues grande eres, grande eres para mi, el silencio no cabe aquí.
Claro que tu sonrisa, tu alegría lo contagia y lo ocupa todo.
Es imaginativa, veráz, muy oportuna, tu palabra.
Clama con sed de números infinitos el universo.
Tu alma es bella, puesto que tú eres bella.
Las esculturas moldeadas de barro, de presencia matutina
se desplazan unas a otras por verte cantar.
Itzel, flor blanca, que baña la mañana, que ilustra el sol.
Danos un poco de esa luminosidad de caminos, ya que todos te queremos.
Pues grande eres, grande eres para mi, el silencio no cabe aquí.
Claro que tu sonrisa, tu alegría lo contagia y lo ocupa todo.
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